Cada día surgen nuevos talentos en el ámbito musical: autores, compositores e intérpretes dotados de arte, talento y creatividad, listos para dar el salto a la fama. Sin embargo, estos artistas a menudo se enfrentan al desafío de tomar decisiones cruciales que pueden marcar, a corto, mediano y largo plazo, su camino hacia el éxito, desde evaluar las atractivas propuestas de discográficas hasta considerar las ofertas de las editoras musicales u otros.
A pesar de la emoción y ambición que estas propuestas pueden generar, es esencial no apresurarse a firmar ningún tipo de contrato sin antes tomarse el tiempo necesario para evaluar cada oferta y buscar el asesoramiento -legal- adecuado, de ser necesario.
Casos famosos como los de Taylor Swift y Paulo Londra, quienes firmaron contratos con compañías discográficas sin el conocimiento o asesoramiento adecuado, resultaron en la cesión de ciertos derechos sobre sus obras, eliminando toda su facultad de disposición sobre ellas y afectando negativamente sus carreras. Es por ello que los contratos de negocios en la industria musical requieren un análisis exhaustivo. Entender los términos del contrato y estar adecuadamente asesorado permite a los artistas negociar las cláusulas del contrato y exigir condiciones que beneficien sus intereses. Al evitar la firma precipitada de contratos, los artistas emergentes tienen la oportunidad de establecer relaciones contractuales que se alineen mejor a sus objetivos, pretensiones y valores, desde la participación de sus regalías hasta la cesión de derechos que realmente se requiere para los efectos del contrato.
Los casos de Taylor Swift y Paulo Londra recuerdan la importancia de conservar el control sobre el propio trabajo, incluida la disposición sobre los derechos de autor y los derechos conexos sobre sus obras y prestaciones, respectivamente. Es fundamental que los artistas emergentes exploren todas sus opciones antes de celebrar un contrato que podría perjudicarlos.
Finalmente, es pertinente recordar la importancia de afiliarse a una Sociedad de Gestión Colectiva (SGC), ya que éstas se encargan de la recaudación de las regalías que se generan por el uso de sus obras, logrando que los creadores sean adecuadamente compensados por su trabajo, brindando, además, asesoría personalizada por parte de expertos en la materia para evitar cualquier impase en sus negociaciones; en el caso de Ecuador, Sayce es la SGC que vela por el derecho patrimonial de los autores y compositores en nuestro territorio.
Cada paso es crucial para alcanzar el éxito dentro de la industria musical, desde comprender los términos del contrato que pretenden celebrar hasta velar porque sus condiciones se respeten, todo lo anterior sin olvidar las medidas de protección de sus derechos y de los beneficios económicos resultantes de la explotación de sus obras.